El Sol salíó en ese día lluvioso resplandeciendo con todo su esplendor para recibir a la Cruz y el Icono de la JMJ que han visitado a nuestros pueblos en el día 18 de abril, día histórico para estas parroquias que entran a formar parte de la historia de la Cruz que en 1984 entregó el querido Papa Juan Pablo II con estas palabras:
“ Queridos jóvenes, al clausurar el Año Santo os confío el signo de este Año Jubilar: ¡la Cruz de Cristo! Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención” , y eso es lo que hicimos en Casas de Don Antonio, Montánchez y Valdefuentes, peregrinar en procesión por las calles de los pueblos para dar lugar a que todos los cogieran, tocasen y se empapasen con esa Cruz e Icono, tantas emociones aflorasen con alegría desbordante, se les recibía y con lágrimas la despedida, tanto jóvenes, niños, mayores, en todos el mismo sentimiento.
A Casas de Don Antonio llegó a las 15:30h, hora de siesta, pero no importó para que todo el pueblo fuera a recibirlos en la Plaza del Ayuntamiento, tras breves palabras se dirigieron junto a su párroco D. Luis al templo parroquial donde tuvimos una breve y emotiva oración terminando con la adoración por parte de todos los asistentes.
En Montánchez el recibimiento se hizo en la Plaza de los Santos Mártires donde dos jóvenes nos hablaron del significado y de la historia de la Cruz y el Icono que tenemos delante y en procesión se dirijieron a la iglesia encabezando el desfile un grupo de jóvenes a caballo y cerrando la procesión un grupo de catequistas jóvenes de las Comunidades Neocatecumenales con sus guitarras y cantando Salmos, junto al párroco D. Luis y el P. Juan Lázaro. En el templo parroquial todos oraron y adoraron los signos de la Cruz y el Icono de la Virgen con gran silencio y recogimiento. Y terminado este emotivo acto acompañamos a la Cruz y el Icono hasta la Plaza de la Constitución donde despidieron y entregaron los signos a los jóvenes de Valdefuentes.
En Valdefuentes esperaban, en la Plaza del Convento de San Agustín a la furgoneta conducida por Pedro, feligreses de Albalá, Benquerencia, Torremocha, Torre de Santa María, Zarza de Montánchez, con su párroco D. David, jóvenes de Alcuésca y Cáceres, la Hna.Carlina, Cristina Illescas, el P. Fernando Alcázar que nos habló de la historia de estos símbolos; asociaciones juveniles con todo el pueblo de Valdefuentes se habían echado a la calle vestidos de rojo como había pedido el párroco Juan Antonio como si de la mismísima Jornada Mundial de la Juventud se tratara de celebrar. Con gran recogimiento discurrió el recorrido rezando y cantando un Vía-Crucis por las calles, altares adornados por las mujeres donde descansaban las estaciones que los niños de catequesis y acogidos de los pisos tutelados habían pintado, llegamos hasta el templo de la Virgen de Bienvenida donde tuvimos una Vigilia preparada por el párroco, Joaquín, Teresa y el grupo de Jovenes Cristianos San Agustin, nos acompañaron con sus guitarras Toñi y Ana. Los niños de Salvatierra de Santiago y Valdefuentes hicieron una ofrenda floral y poesía guiados por Angélica, Ana y Esperanza. Terminamos con la adoración por parte de todos los asistentes. La despedida con lágrimas; fuera del templo se le entregaron los signos a los jóvenes de Torreorgaz.
Dar las gracias a la Delegación de Infancia y Juventud por haber podido tener entre nosotros esa Cruz e Icono de las Jornadas Mundiales de la Juventud que llevan casi dos años peregrinando por toda España para llamar a los jóvenes a la fiesta de la fe a la que el Papa los convoca el próximo agosto en Madrid, y esperar que entre nosotros de muchos frutos y “obreros abundantes para su mies” ya que la visita de ese simple madero, cargado de tan gran simbolismo, confirma la verdad del antiguo himno litúrgico que la Iglesia ha vuelto a cantar en todo el mundo el Viernes Santo: “Ya del Rey se enarbola el estandarte, de la cruz el misterio resplandece, de la vida el Autor muerte padece y con ella la vida nos reparte.” Teresa Alvarado Rubio
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